domingo, 25 de mayo de 2014

Diego Colomba






Ocurrencias


Perros súbitos
asaltan el aire.

Como palomas
saltarinas
desaparecen
entre los árboles
del parque.

¿Fueron ciertos
esos canes
que relampaguearon
en la tarde
sin dueño?

¿O fueron frutos
que cayeron
de mi propia invención?

Mi deseo hace conmigo
lo que las tijeretas
con el gato
que amenaza el nido.

Picotazos en la cresta
en señal de advertencia:

"Corré corré
creé creé
desertá ya de la tierra
de los hombres tristes".








Principios de electricidad


I

Chisporroteos
en el aire.

La estática
de los recuerdos
se descarga
en un presente
sin resistencia.

O adverso en demasía.

Son chasquidos
pretéritos
que anuncian
tormentas
futuras.


II

Los primeros
relámpagos
velan el cielo.

Camino
bajo la lluvia
rumbo al puente
herrumbroso
de mi infancia.

Un tren carguero
pasa
traza
el aire
intempestivo.

Pienso en el roce
desigual
de los cuerpos
en el mínimo
accidente
con que se tuerce
un estino.



III

Laten
el cemento
y el hierro
sobre los huesos
diezmados
del pasado:

una fuente
sepultada
que aún
propaga
sus ondas
sinusoides.

En la superficie
del mundo
las bobinas
de mi mente
las conducen
hacia un destino
incierto.




De Desaire, Ediciones en Danza, 2014. 








viernes, 23 de mayo de 2014

Martín Carlomagno






Confesión sin edad



    Todo lo que se escapa de la noche se convierte en recuerdo. Alguna vez un poeta la amó perdidamente como se aman los barcos con el río, como talla la ausencia cuerpos en soledad.
    Había que habitar la ilusión en lo breve. Para abrirse al silencio es bueno que las manos sostengan el vacío. Un verso que distinga el color de la sombra.







La ceniza en el aire


El viento le anunció nuevos presagios.
Le prestó sus paredes transparentes
para que pueda oír el canto de las hojas.
Más allá de su edad eso era todo.
Disponerse a otro viaje.
y dejar que suceda la ceniza en el aire.








De La inocencia y el viento, Ediciones del Clé, 2014.








jueves, 22 de mayo de 2014

Laura Forchetti






18.

no los dedos
de tu mano
que acarician
mi hombro

el intervalo
en el aire
que dejó
el movimiento
de los dedos
de tu mano




20.

¿y si los dioses
nos miran parir
como dando flores?

decías:
plac
una flor
un mundo
lleno de piernas
que se abren
plac plac
una flor

no sabemos cómo
ven el mundo
los dioses
si en la totalidad
o por detalles

capullos
las cabecitas apretadas
levantadas en el aire
después
entre las manos
la sangre en hilos

pienso estas cosas
mientras florece
el granado
una mujer pequeña
bajo los años
barre los pétalos
tan rojos
que caen a la vereda

y no soy un dios
que mira parir




21.

de mi corazón
no preguntes

lo cambio
por el dibujo
del cerezo
sobre la humedad
de la pared
frente a mi ventana

debería durar
            todo el año




 De Cartas a la mosca, El suri porfiado, 2010.








domingo, 18 de mayo de 2014

Pablo Natale





Pluma va y viene, recuerda la mitad de cada cosa

Bueno. Te voy a contar por décima vez
la historia de la civilización. Bisabuelo llegó
en un tren venido desde no sé dónde y abuela
cocinaba carlitos mientras insultaba a la televisión
y hablaba de un antepasado que se hacía pis.
¿Cuál era el nombre de ese antepasado
cómo hacía, los carlitos, la abuela y
por qué no me dejás
cruzar el río cargándote en mi espalda?
Padre descansa recostado contra su propia tumba
no quiere ser otra persona, no quiere acabar
con cuidado cargábamos los muebles
como si se tratara de pianos, pateábamos los restos
de los restos de las cosas, un verano de 1993.
Y tocamos el timbre de la vieja Sonia:
salió un anciano que se golpeaba la cara con un bastón
hasta borrarla
salió un perro que masticaría los ojos de mi primer gato
lo vi entrar, juro que lo vi entrar
cargaba con un río de sangre y la mirada partida
y qué quedó de mí, los colores
de fondo la lluvia, la repetición de un nombre
la búsqueda de la resurrección
qué quedó de mí, no quiere ser otra persona
no quiere acabar. Paz
en la panza de pequeña hermana, amor y reposo
ante cada pequeño nacimiento
el cariño como un secreto de la respiración
y aquel monstruo que crecía arriba de mi estómago
haciéndole señas de fuego a los agentes de la niebla.
Crecen, siempre crecen los agentes de la niebla.
Crecen, siempre crece, la historia de la civilización.
Y bueno, llegaría hasta ahí, pero falta
la otra rama del poema:
bisabuela vivía entre las ruinas blancas
de un castillo español y abuelo contaba anécdotas
acerca de sus diez hermanos
cuenta cómo uno tras otro van muriendo
y mira fotos mientras ralla pan para milanesas
las lanza contra la ventana, cada foto es un segundo de cristal
desviado de sí mismo, madre se tiñe el pelo por
enésima vez, hasta llegar a los cuarenta y nueve años
y expulsar a la sombra de mi padre
de la sombra de los restos del hogar.
Prometo no dejarte caer en la parte pedregosa del río
prometo no tirarte en la cascada sin antes
haber aprendido a hacerla correr al revés
¿por qué no me dejás seguir llevándote
cargada en mis espaldas, y qué significa
ese viento, que sopla por mis hombros
mis cabellos, mi columna, mi cerebro
ese viento que me empuja, te lleva y desaparece
pluma va y viene
recuerda la mitad de cada cosa
qué será del futuro
los antepasados
ese niño?

 

De Vida en común, Nudista, 2011.