domingo, 29 de septiembre de 2013

María Lyda Canoso





no    no voy a Comala

 

astros giratorios me dicen que no avance en la
   noche
el mismo camino que sube para entrar sube para
   salir    dice el texto sagrado
   no    no me preguntes por qué Comala y por
   qué ese camino que no conozco

sé de domingos de la muerte y sábados de agonía
   de gran iglesia y calles diagonales
   abandonadas como cementerios    casas
   panteones    escapularios    sudarios
   semanarios    falsarios    dromedarios    arios

de los olores el más fuerte que puedas imaginar si
   estás en una habitación con un mapa en la
   pared que parece el planisferio universal y
   entonces tratás de ubicar esas islas a las que te
   quisieras fugar    pero no    no aparecen    islas
   de fuga    porque el planisferio se ha hecho de
   agua que drena en alguna parte y no    no no
   no voy a ese lugar donde sucede el descontrol
   de las aguas corrientes en una terminal que
   parece el planisferio que está en una pared
   donde confluye el plano horizontal con el plano
   vertical

de los colores el que se ve borroso como rosado
   pero gris pero ocre pero    pero no me digas
   que
    pero no

del sonido ni hablo porque no suena ni zumba ni
   chirría ni ladra ni menos de todo la palabra

casi no voy
           a Comala
                        ni iré

 
   salvo que la tierra y el pasto y la luna y la nube
   que pasa y la calle y ese árbol que está pintado
   en el telón

 
   y yo
-Y yo
 
                           y yo







De abajo de abajo, Imaginante, 2013.






























lunes, 16 de septiembre de 2013

Concepción Bertone






Esperando la nieve



                                          a Glauce Baldovín, in memóriam


Todos dicen que va a nevar en la ciudad.
Todos quieren ver en la nieve algo nuevo,
algo raro y ligero porque
no sabríamos convivir con eso.  El rostro
del otro es nuestro rostro y el hielo de la nieve
lo refleja. Pero nunca cayó. Sólo piedras
de hielo y algo de la tempestad
que destruyó a los árboles. La tarde
se hizo noche y el cielo
me develó  el humor de los pájaros, la tijera
de una bandada ruidosa
buscando dónde anidar.

Y nada
que no supiéramos –salvo volar
nos pasa.  La nieve
cae siempre en otra parte.

El derroche es una ley
del arte y de la naturaleza apaleada. Siempre
hay tiempo, tibiezas
de Barragán antiguo, enaguas de jerga,
lienzos bordados por mi abuela
contra la guerra que,
en ese hacer sumida, florecía en la tela.
Flor rebelada contra la nieve
que había que cavar para ver la luz,
el suelo fangoso que dejaba la pala
enterrando la bala del cansancio
que le hizo estallar una noche
el corazón.

El tuyo, el de ella.  Se supone cordial
la huella del pespunte, el hilván,
la mirada ciclópea de la aguja, lo que cava
la pala cuando siembra. El filo del papel
o del hilo. Se supone cordial
entre los yuyos donde se afila un lirio
no pisar su destino de cuchillo

salvando una parte
de un día de pesar.

Del peso del avatar, de ese mal
expresado nombre
de lo adverso. Reverso
del candor, cuando te mata. 







 
Marcas de agua

                                       
                                           A mi nona Concepción, in memóriam




Marcas de agua del ser gentil que trama
en la piel la textura y en los ojos
el mismo tinte, el tono que ascendiente
convino a mi mirada y a mi vida
sin tersas luces, sin la caricia fría
de la más tersa luz.

Cómo decirla.
Si en la ternura hija de la esquirla,
no de la esquirla como imagen vana
sino de la real, la verdadera
parte del hueso leso y lacerante
se yergue, se rehace, se repara
como hueso en el yeso,
como escara
que ha cosido la herida con un tajo.

Ella soy yo.
Su sino su manera, su don
y su carencia. Los de afuera
de palo, y los de adentro
de su entraña. Huésped
pequeña de su instante, grave
raíz de su prodigio: ese momento
dove ancora tu sei. Y yo me encuentro
con tu ser de mi ser. En ese traje
de tu ser
que me cabe como un guante.



 
De Esperando la nieve, Ciudad Gótica, 2013.









 

domingo, 15 de septiembre de 2013

Graciela Zanini






Reflejos





Escribo cada línea de un poema
como quien graba en piedra la verdad acerca de quien es.
No epitafio, ni confesión.
Aguasanta para dejar limpia una mínima carnadura en el tiempo.
No razón de haber sido, sino nostalgia del posible no cumplido, pero al que se 
entregó hasta el aliento último.
Vientecillo audaz colándose por entre los postigos de una memoria varias veces 
reparada, la necesidad esculpirá sobre esa roca
el nombre que nadie pronunciará para encarnarse.



No hay ensueño sino imagen desgarrada en el fondo del ojo.
Voz engañosa, trepa hasta enredarse en lo real. Que también es imagen y no.
Que también es desgarro y no.
Continuar con los pies apoyados en un dibujo. Plano, no estructura.
(A lo lejos, detrás, en la cabeza, un silbido acompaña y miente).




Hablar.
Hablar como si la cabeza pudiera continuar separada del tronco.
La fortísima llamada de un gong latiendo en los restos y la cabeza,
con su boca torcida por la expresión bestial, apenas apoyada. Tambaleándose.



Algo que no estuvo antes en el mundo y no saber si es necesario que esté en él.
Pero igualmente proceder a instalarlo,
creyendo que el constructo posee belleza suficiente para justificar la inclusión.
Soberbia de lo ilusorio. Carne sin aire, nacida muerta.



Un malentendido, un aleteo perverso, una mirada en busca de legitimidad.
Alquimia inútil, sólo para ordenar piedra sobre piedra y cubrir
con musgo de lo aparente el fallido nacimiento.



Llueve desde hace días, sin embargo nada alrededor parece lavado, absuelto.
Se percibe el peso de lo que cae, sobre lo caído.
Agobio en los animales y en las cosas.
El columpio, al fondo, mecido por el viento y lo brillante de las hojas del naranjo
son un intervalo, no una alternancia.
Una simulación.



Ni siquiera la rotación de los girasoles conserva su misterio
Cavilar acerca de si es una revelación o una pérdida no suma.
Desde el color de años tempranos, reconocemos el gris.
Lo quieto, aún bajo un amable sol.




De Magna ubre, Ciudad Gótica, 2013.







Presentación de Poeplas, el 14 de septiembre de 2013






Iris Rivera

Laura Wittner

Eduardo Abel Gimenez

Didi Grau

César Bandin Ron


Únicanuez


Algunas ilustraciones de Poeplas



















miércoles, 11 de septiembre de 2013

Se acerca la presentación de POEPLAS



El sábado 14 de septiembre a las 17 hs en Serrano 557 presentaremos Poeplas, la antología de poesía argentina para chicos que compilé para poesiaargentina.com.

Tendremos lecturas de Iris Rivera, Laura Wittner, Eduardo Abel Gimenez, Didi Grau y César Bandin Ron, y luego el espectáculo de Únicanuez, la banda de escritores y editores que musicaliza e ilustra en vivo poemas de María Cristina Ramos. También habrá una exposición de las ilustraciones del libro.

La antología incluye textos de Iris Rivera, Nelvy Bustamante, Didi Grau, Ruth Kaufman, César Bandin Ron, Laura Wittner, Eduardo Abel Gimenez, Luciana Mellado y Roberta Iannamico; y fue ilustrada por Marisa Eylestein, Julieta Laztra, Daniel Roldán, Nuria Bolzán, Romina Santos, Mariel Fariña y Alejandra Ferrada.

El ebook puede descargarse de manera gratuita desde aquí.






martes, 10 de septiembre de 2013

Zulma Liliana Sosa








Advenimiento



sobre las brutales espaldas
sudadas
pelo y piel
abrillanta
lo que cae /
y se pega

se pela el hombre
mientras afuera
presagio /

en la última vez del silencio /
esquilan los carneros...




De Sacó la lengua y le prendió fuego, Libros de Alejandría, 2004.










Signo de agua



                                       esta prudencia increada de
andar sola / como mano que agita el agua de los hombres /
¿carece de punto si así puede decirse / la enorme precaución /
amanecer desnuda / con el ruego del otro / con el ruego del agua?

capturada de un modo capcioso / como quien ha revelado el
día de su pesca / la que al mar bate / inunda /
ella esgrime su costado de Océano / como quien está próxima /
unida a la tierra.


                        se captura a quien no puede prenderse
te pego a mí
                        si así puede decirse.





De La ciudad de las mujeres, Alicia Gallegos editora, 1999.