lunes, 26 de agosto de 2013

Victoria Schcolnik





Regreso de allá como si una pareja
me hubiera elegido entre cientos de niños
para llevarme consigo y dejar atrás
ese suelo incauto donde se cultiva
una especie extraña de flores: ramitas
que se enredan para pasar la noche.


En ese jardín se entierran corazones
de los niños, así lo más sagrado
aprende a vivir en la tierra. Y un día
alguien les pone ropa, les da una lengua
y van olvidando cómo atravesar
las sequías, las tormentas. Y lo curioso es que aún viven
a la vera de un peligro:
que el viento los toque y los desarme
porque están hechos de barro.











Soy a la vez huérfana
e hija de todas las cosas,
con las que mantengo una relación de espera
porque mis actos están destinados
a darme la paciencia que me lleve
a un intenso y quieto fruto
que se desprende.








De Una tierra, Curandera, 2011.













sábado, 24 de agosto de 2013

Ezequiel Ambrustolo








Serenidad


Aserto
de luz
en los silencios
que engendra
       la quietud.

Nada queda.

Se está
lleno
de aurora.







Los mejores días de nuestras vidas


No es el ámbito sereno del campo,
ni el limonero amarillo,
ni la claridad del día
que promete verticalidad a los hombres,

es la juventud
de hallarse en la unidad
y el ser
que se arrima al cielo.
                                                                     
                                                                        Federación, Entre Ríos


















jueves, 22 de agosto de 2013

Gervasio Monchietti





I



Padre
         he empezado a cultivar un pequeño jardín.
         El cuidado diario hace que crezca.
         Sorprende ver el efecto de un poco de agua
         cambian, de inmediato –si vieras–,
         la consistencia de las ramas, 
         el vigor de las hojas.
        
         ¿Hace calor allí?
         Aquí, el sol calcina las plantas.
         También he visto cómo derrite el nylon.
         Antes no percibía eso.
         Parece que el año próximo
         se acaba el mundo. 




IX


Señor paciente
colóquese la bata
puede haber un cuerpo extraño
en su ropa

La frase apareció en una sala de rayos
y atravesó los borradores.

Costó ubicar, hallar un lugar donde dejarla. 
Pero es una advertencia que hecha luz
cada vez que se lee, sobre los huesos.







De 3 cilindros, Ediciones Diatriba.






 

sábado, 17 de agosto de 2013

José Villa






Se le cayó la manzana
 
Se agachó sobre la huella,
sangrando
por dentro, y como diciendo
chala, overa, pelo, grueso, suelo,
almidón


Había un señor mirando hacia la tela celeste
recostado sobre cañas pasadas,
y arrodillados en el charco
los caballos de oro horroroso,
lamiendo pies, Y
de lo contrario hechos Y


Me vi cruzando mi propia
voluntad, con el cierre del sino
que había dado
aquel que va a cruzar: ni manzana
ni tiempo






Desconocido (Espalda borrada)
 
En el pizarrón un sinuoso
camino de jacarandáes y
palos borrachos se van
salteando unos a otros hasta
el amanecer


Recién entré al patio de baldosas
flojas y la vi poniéndose prolija


No sé si me pregunta o le pregunto,
o me espera,
un golpe de plumerillo |
no la deja pasar


Pero de la iglesia sale un cortejo,
veo la cara del muerto inscripta
en el nombre que lo acompaña







Curva del mate
 
Un pedazo de caja
de pizza pegado al asfalto
con pelos de perro muerto
y manubrio;


una zapatilla colgada de un cable de
alta tensión:


esto que te llevás a la lengua te pone con el sol de frente
sobre la vía silenciosa
y el tiempo que termina:


luego entre el pedregullo, pasás
la barrera a la casa de un amigo,
su figura se extiende sobre un brazo
de telgopor, hablás


de lo que no queda nada de nada







Día de ayer:


                 perdete,
le dice, andate,


              y hunde la miga
dulce dentro del agua,
haciéndola sufrir,
                            buscándola después
como si la alentara,


Rubia sacando de esa infusión extrema
notas tachas y puntos


Solo basta saber que
                          se separa,
arranca, entona, divaga,
no dice lo que persigue o tiene
en su contra







 (inéditos)