sábado, 29 de junio de 2013

Raúl Mansilla





IN THE WONDERLAND

Tintos estaban,
y reían fuerte los camioneros frente a la TV,
un loro fue detenido en Buenos Aires por grosero,
dijo serio el locutor.

Hora de escarbadientes, dijo,
cruzó los brazos y se tomó el último néctar,
miró de reojo la dura silla de caño,
y se vio, muy Alicia en el espejo.





CRUZADAS EN LA RUTA CUARENTA

Unos cisnes en el cielo
y la sombra larga del auto
hicieron una cruz
en el agreste escenario
de la ruta cuarenta.

Ese instante gratuito y efímero
tuvo varios metros de distancia
y desapareció salvaje en la curva
sin que nadie se diera cuenta
de esta entrega de sombras por la vida.





PAMPA DEL NAUNAUCO

Fue feliz en la ruta cuarenta,
y no importó tanto que el sol
cayera rojo en la pampa del Naunauco
como el escuchar el andar presuroso
del escarabajo sobre el asfalto caliente.





De No eras un viajero inglés, Ediciones del Genpin, 2012.















sábado, 22 de junio de 2013

Alicia Pastore







adeene


revisa el historial

la esperma
trasegada
en estirpe ajena

oye el miedo,
su tintineo horadando
las sienes

el eco
le estruja el adeene

(dónde te olvido
abuela
–que no hubiste
de moño rosa
la puerta
ni cuna–
en qué batalla
te quito los besos,
devuelvo tus cuentos,
gateo hasta
la saqueada noche
y, sin disgregarme,
regreso)

el historial,
caleidoscopio
de otro cielo

ronda de 
sombras
en una tiniebla
lejos,
otros árboles
guardan la infancia,
ella no está ahí,
no juega,
no se salva,,,







de rayo en fiesta


yo quiero
una instantánea

como de rayo
en fiesta

que me obnubile
un poco,
me trastabille
–y caiga
/a las doce en punto–
la calabaza
a tiempo/
sin cables
ni tubos
ni hilos blancos
de sábana

devolviéndome
la oquedad,
ya libado
el desempeño

y que lloren
los deudos:
unos,
otros,
que rían
hasta rozarme,,,





De de rayo en fiesta, Tahiel, 2013. 

















miércoles, 12 de junio de 2013

Teresa Arijón






•)

Toda experiencia es irreal —
la mano que toma el lápiz
y dibuja sobre el papel
una letra A e inicia
un alfabeto
para decir que toda vida
es nube
perfecta en su destino —
siempre uno y el mismo:
la desaparición.






•)

Esa manera de abandonarlo todo —
la usura del momento que todavía alcanza
para quemar las naves,
o un costal de harina
en la puerta del molino, dejado a su suerte:
manso producto de la civilización.

Y las hormigas que van y vienen
sobre la piedra. Sin dejar rastro
regresan a sus ciudadelas escondidas —
la fortaleza subterránea entendida como un don.





De OS, 2008; en Óstraca. Poesía reunida, Curandera, 2011.







Amor

En el contestador automático, tu voz
bajo otro cielo. Suena una trompeta, el jazz
de este país lejano que ahora habito
en nuestra casa, al sur, donde nada regresa,
donde ahora estarás
mirando pasar el invierno
hacia otra estación, desconocida.

Nuestra casa en invierno, al sur,
donde nada está previsto pero
el agua corre como siempre
en la dirección opuesta.

(...)

Digo tu nombre como una esclava
del amor. Pereza en las páginas,
pereza del idioma.
Trazado de líneas como patas de flamenco
sobre el papel rayado del cuaderno.
Una civilización toca a su fin, o toca
su prometido incendio. Como tus ojos, una estrella
en la noche de este cielo
me aísla en la ventana. Miro
el aire en tu imagen.
Miro mi almohada. Toco
las páginas de un libro
que no quiero leer. Toda la noche,
voy a mirar la sola estrella
del poema de Hölderlin. Toda la noche,
voy a tocar tu cuerpo son su luz.


Iowa City, 1995





De Poemas y animales sueltos, 2005; en Óstraca. Poesía reunida, Curandera, 2011.















jueves, 6 de junio de 2013

Eduardo Abel Gimenez








Es como contar hasta diez con los dedos,
y después hasta cien, de diez en diez, con los dedos,
y después hasta mil,
de cien en cien,
con los dedos,
y así hasta llegar a números para los que no tenemos nombre,
aunque sí dedos.

Es como medirlo todo en centímetros,
la distancia entre nuestros ojos,
la distancia entre las estrellas,
el tiempo, el miedo,
la velocidad de la luz,
la comodidad del sofá,
las probabilidades,
el calor necesario para sentirse en casa,
los granos de arroz capaces de llenar el estómago.









Seis por ocho

(Es muy importante leer esto rítmicamente, en riguroso compás de 6 x 8, marcando con los pies o una mano o la cabeza, dejándose llevar, permitiendo que se acumule.)
El
cable de acero no
tiene cuidado en el
sueño del mar. Y la
miel en el Norte se
pone violeta, no
cubre las nubes, des-
cansa en el único
pez del lugar. Una
tarde de enero hubo un
poco de paz pero
Celia se fue tan tem-
prano que el turno del
viejo cambió de re-
pente y temblaron las
rocas, despacio y se-
guras y siempre tan
plenas. Después se can-
só la tormenta. Des-
pués se cubrieron las
lunas igual que el de-
sierto. Después hubo
rondas de miedo y can-
ciones de ranas y
nadie sembró muchas
dudas. Vestirse de a-
zul, prevenirse de a-
yer, inclinarse de a
poco en la piedra más
triste debajo del
mapa ilegible. Hay
más ilusiones y
menos promesas y
más pararrayos y
menos caminos. Ju-
gaba con algo pe-
queño, con algo con
forma de dado. La
luz me engañaba. Cin-
cuenta palmeras cre-
cieron de golpe a la
entrada del club de som-
breros extraños. El...
(Se repite desde el segundo verso, "cable de acero no…".)