martes, 19 de marzo de 2013

Fabián Iriarte






Leyendo entre líneas
 
                                                        This material requires reading dots,
                                                        brackets, uncertain letters, gaps, and
                                                        emendations.
                                                                               Diane Rayor



Como un poema lírico griego arcaico,
hay personas fragmentarias.

Se las lee entre líneas, despacio, con cuidado
de no pasar por alto
un espíritu suave que sople al principio.

"Me parece igual a los dioses
aquel que se ha sentado frente a ti".

Una coma inexistente, una modulación
temporal (primavera tan lejos)
(hace tanto tiempo)...

La persona está fragmentada, hecha astillas
o hecha estrellas, como la noche,
como un espejo roto. Y quién es el experto
que pueda leer esto.

Quién puede leerte. 










"Lo más simple es lo más complicado"


El mar repite ese estribillo, su mismo estribillo siempre.
Amenazando cantarlo también en otras costas. Siempre el
mismo estribillo. Como si no hubiera cantos rodados. Como
si la música permaneciera inalterable. Como si no hubiera
accidentes geográficos. Bahías, golfos, caletas, mesetas, bardas.
Como si nadie se hubiera ahogado. Como si los barcos nunca se
embriagaran. Como si siempre le echaran la culpa al marinero.
Como si el capitán nunca divisara orillas inexistentes. Como
si no nos dejáramos llevar por quiméricos engaños. Como si
nunca me hubiera lastimado las rodillas. Como si la sangre
no empurpurara las manos de los culpables o los que se creen
culpables. Hemos descendido a las cavernas y nos alimentamos
de sal. Tenemos conciencia de la suciedad que cubre nuestros
cuerpos. Hora de abluciones. Ocupar tu espacio, dejar la
impresión de la huella propia, ver el infierno como perversión
del paraíso. Hora de retornar a la vez anterior. Donde lo
complicado es cosa de todos los días.










El cero como paradigma


                                                           I woke without desire,
                                                          And welcomed zero as a paradigm.
                                                                                  Thom Gunn


Me atrae como imán
la redondez de las cosas. De algunas cosas:
las bocas abiertas por la sorpresa,
o la estupefacción, pero también por placer.

La redondez de las vocales,
su color ovalado, su ovoide claridad,
la blandura redonda de los cantos rodados
que ruedan de o a ue a la orilla de los mares,
a la vera de los ríos transparentes, en el fondo
de los asuntos: oquedad y hueco.

La redondez de las rodillas, de las rótulas
que giran como dos mundos paralelos,
así como hemisferios helados,
llenos de cero, como esferas alejadas
de sí, de nosotros, del temprano dolor.

Me gusta la redondez de la nada.
La nada de algunas palabras
intensas de cero.

Del cero que nunca termina de juntar
sus extremos, siempre como en suspenso,
dejándonos boquiabiertos como imitando
su indecisión,
sus curvas líneas como metáfora del mundo
según un pensador medieval.

La redondez del cero que queda abierto,
pero solo siempre solo
como un paradigma del mundo o de mí.






De La Caja P, Ediciones del Dock, 2013.











2 comentarios:

  1. hermosos poemas!...me es difícil seguir textos extensos en la web, pero lo lograron! la redondez, lo suave y lo complicado, lo fragmentado...todo en su accidentado rodar.

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    1. Gracias, Claudia, por tu comentario. Yo tampoco puedo leer demasiado texto en pantalla, pero esta vez valió la pena que una amiga como Valeria publicara estos poemas míos, para encontrarnos en su lectura. Saludos,
      Fabián

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