lunes, 12 de noviembre de 2012

Marisa Negri






Las sanadoras


Debo a mi madre y a mi abuela ese primer contacto con las sanadoras.
Nadie se cura solo.
Berta
Recibe el don de Luisa, atiende en su casa custodiada de teros y perros. El pago a sus servicios es a criterio del paciente; huevos frescos, una gallina, una prenda de vestir.
Paulina
Hermana de Berta
Consolación
Hija adolescente de Berta
Ana
Amiga de Consolación
El Barquero





Primera visita de Ana


Tengo sed.
No tenés.

Una verja oxidada entre los yuyos advierte la mano jardinera
el retazo de un género sostiene la ruda en una caña
y sus flores tejen con el rojo del malvón y el rosa de la azalea.

Se hace invisible la tierra.
Se lava un gato.

Nos toca el número veintitrés.





El bicho


El hijo del panadero mira por el rabillo del ojo
le zumba un bicho en la cocina
el Capitán debajo de la mesa
el hueso del puchero entre los dientes
la mosca sobre el hueso                                                                                                       
El chico se ladea
una vez
otra vez




Las rodajas de jengibre sobre la tabla
Berta sobre el cuchillo
zumba el bicho                                                                                                                       
zumba zumba zumba
todos tenemos un bicho dentro de la cabeza




Quiero los duraznos de la frutera
todos
El licor de las hermanas
¿Es la voz de la mosca?
El día que subimos al techo no fui yo
fue el bicho


Los bichos tienen mil ojos
con cerrar la mitad les basta para dormir



Inventos
Ningún bicho puede hacer casa en el cuerpo



Me darán un trompo
si les llevo el bicho envuelto en alcohol.





Oración por las que salen en las revistas


Oh pecadoras
advierto
Los ángeles también leen la revista Femirama.

Vendrán por agua
flotando en la ciénaga

Un desfile de sábanas sin mácula
cubrirá las carnes suntuosas

Oh pecadoras
arrepiéntanse
han desatado la furia de los órdenes celestes

Yo Paulina
humilde secretaria del Padre
nado por vosotras





La barca de la fiebre


En la pieza una bujía ensancha las sombras.
Arde el brasero, arde la frente de la hija.
La huesera escurre los trapos en la palangana fría.
El agua mece en la frente de Consolación

 Tengo sed, cúreme, dice por lo bajo

La vieja toma en brazos la barca de la fiebre y canta:
Murió el Capitán y lloré hasta caer dormida.
Recé para que volviera.
La luz de la vela oscilaba sobre su manto negro.
Pero ningún Barquero vino a visitarme.




Anticipo de Las sanadoras, Ediciones en Danza, 2012.




No hay comentarios:

Publicar un comentario