lunes, 24 de septiembre de 2012

Macky Corbalán





1
Una danza el amor, en la que cambia
la coreografía a cada paso. No hay certezas
con los años, las figuras se aprenden
en la práctica, aunque nunca han variado.
No es preciso entender, sólo copiar
la regularidad de su dibujo, hacer
lo que todos: mantenerse en movimiento.



De El acuerdo (inédito)






El coro que ha quedado
es el de los animales. Perros
y grillos. Extinto todo
lo humano. Ayuda que es cóncava
la noche y el sueño un testigo
capaz de urdir ficción tamaña.
Un escenario parco son las bardas oscuras,
dan pie a la pregunta por los insectos, por
sus huellas minúsculas, sus túneles
sinuosos, la pulsión obcecada por el
alimento, la insaciabilidad del vivir.
Es ahora cuando preguntar. Ahora es ahora,
no un ahora de tiempo; de sincronía, de
frutos morados al alcance de la agitación, de
hierbas creciendo inadvertidamente, con
el secreto mandato de cubrirlo todo; estatuas
solas en su miedo nocturno, también personas
que parecen personas.

Es ahora.

Las piedras grandes y pequeñas, en su
elegida inmovilidad orgánica, también
a oscuras, solas, accesibles a todo
pavor. Diríase que el mundo entero
teme. Las piedras no son flores, si lo fueran
permanecerían afables e impávidas, cerradas
al ojo negro de la hora, conscientes sólo
de lo húmedo, lo suave, lo dulce.

Es ahora. Una insistencia en el aire
parece asegurarlo.






Notas poéticas

No siempre es un hecho, o nunca
lo es: una atmósfera que descarga
su peso muerto sobre lo que camina,
o respira o intenta hacer ambos.
Pensar es ya un acto. ¿Entenderían
esto que digo los que pasan riéndose
por la calle? Escupen una mucosidad
grumosa de desesperanza, mientras
avanzan detenidos.

Ella dijo algo sobre el cuerpo
pero no puedo recordarlo.

El alma se atardece con el día, aunque
supera el rumor creciente de cogollos
y chicharras con su runrún de frustraciones
vociferantes. Y es que cada amanecer tiene
su propósito, que se desdibuja con el andar
cansino del día, con su arrastrar metálico
para llegar a la noche ya sin memoria, sólo
ese regusto, esa oscura y velozmente
desaparecida intuición de incompletud.

Ella dijo algo sobre el cuerpo
pero no puedo recordarlo.

Se rehoga a diario la lengua contra
el aceite hirviendo del lenguaje, un oleoso
incendio de vejez anticipada. Palabra que
escribe, cae en desuso antes de pronunciarla.
Hay una carcajada loca acompañando
todo intento. No sabe si es ella o lenguaje
quien ríe, aunque sospecha que por la
amargura que le supone el acto, no es
suya esa sonoridad alterada. Otra vez, la
carcajada y el abismo entre el principio
y el fin. Ojalá hubieran puentes de una
sola orilla, eso sería, para ella, poesía.

Y algo del cuerpo le fue dicho, algo
de su consumación, de su ausencia,
de su desaparición, pero
no puede recordarlo.




De Conversaciones en la noche del amor (inédito)


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